
El pasado viernes fui conocedor de la noticia que realmente debería interesar al Real Madrid de Florentino. Su equipo sub-18 de fútbol se había proclamado de manera brillante campeón del mundo al vencer al equipo culé por dos goles a uno. Noticia, sin duda, importante. Pese a ello, de lo único que se hablaba ese día en los mentideros merengues era del dichoso fichaje de Cristiano Ronaldo y, sobre todo, de los ¡¡94 MILLONES DE EUROS!! que el tío Flo se había gastado en su contratación. Así, señor Pérez, no se hace equipo. Se hace todo un engalanaje de figuritas de Belén al estilo de las esculturas que al ciudadano Kane le daba por adquirir para su palacio de Xanadú. Es como empezar la casa por el tejado. Primero está la cantera. No es de extrañar, por lo tanto, que un merengón como Michel, actual entrenador del Getafe, haya optado cuerdamente por salirse del club y no tenga, por el momento, previsto volver. Además, tal desorbitada cifra encarece bastante el mercado. Resulta, por consiguiente, lógico el rebote pillado por el presidente del Barça, señor Laporta. Pero que tenga cuidado con sus declaraciones. Pueden herir y enfadar a Florentino. Todos sabemos de lo que es capaz enfadado. Si ya, en su primera etapa, se hizo con los servicios de Figo, ¿qué no será capaz de hacer con respecto a Messi, si Laporta le empieza a "tocar los huevos"?.
Lo desorbitado de los 94 millones muestran, en suma, que, aparte de que el mercado se ha vuelto loco, nada ha cambiado con respecto al Florentino de su primera etapa. Quiere seguir construyendo la misma basura de equipo. O mejor sería decir que quiere reconstruir su Madrid de los galacticos. Un Madrid que, por mucho que Florentino se esforzase en difundir esta marca por el resto del mundo, sólo recogió adeptos de sus propios hinchas. De los demás, debido a su prepotencia, se ganaba cada día que pasaba un mayor odio. No obstante, la culpa de este despilfarro (habiendo tanta hambre como hay) no es sólo suya sino de la Ley que, absurdamente, se lo permite. Urge elaborar una nueva ley o reformar la existente para evitar, poniéndolos coto, estos desmanes. ¿Verdad señor Caamaño?.