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sábado, 21 de marzo de 2009

SLAMDOG MILLONAIRE: Un increíble final no empaña una gran película (Bolliwood en Holliwood)



* * * * MUY BUENA


Si el veredicto de la ceremonia de los Goya me dejó muy mal sabor de boca puesto que Camino a pesar de que es una buena película (su exceso de sensibelería la aparta de ser una gran película) creo que los de Academia Española se pasaron al elegirla como mejor cinta (mucho mejor es Los girasoles ciegos), la pasada ceremonia de los Oscars me redimió de tal desazón. La cinta supone todo un aldabonaza las conciencias de nosotros, los urbanitas, que encerrados en nuestro palacio de marfil y con nuestro ordenador no nos estamos dando cuenta de una realidad que está sucediendo a miles de kilómetros de nuestras casas: la pobreza adobada de injusticia. Aunque sólo fuese por eso la película bien merece el Oscar.
Slamdog, lejos de lo que podía imaginarse, comienza con un reflejo de lo que es la dura realidad de la India de los pobres de hoy en día. Una India preñada de torturas por doquier. De una de ellas es victima Jamal, el protagonista de la película que está siendo investigado por la policía acusado de haber hecho trampa en el concurso televisivo ¿Quién quiere ser millonario?. A partir de entonces, se nos cuenta, a tavés del manido recurso del flash back, toda la vida anterior de Jamal, una caracterizada por la probreza. Por si esto no fuese suficiente, está el hecho de la convivencia con un hermano que se dedica a hacerle la vida imposible y su pertencia a una escuela de niños cantores cuyos dueños se dedican a volverlos ciegos porque piensan que así pueden cantar mejor. Todo este ambiente sería irrespirable de no haber aparecido esa droga que lo cura todo: el amor. Toda la vida de Jamal estará orientada a conseguir el de una chica en dura competencia con su hermano (el de Jamal).
Conforme Jamal va acertando preguntas nos vamos dando cuenta, a través del flash back, de lo tremendamente dura que ha sido su vida. Tal dureza no ha hecho sino mejorar su astucia. La magistral escena del cuarto de baño entre el presentador y Jamal lo demuestra. Esta astucia no hace otra cosa sino mosquear al presentador (Jamal había acertado la penúltima pregunta a pesar de que el presentador había escrito en el espejo la letra de la opción errónea para despistarlo) que, para asegurarse de que Jamal no ha hecho trampa, decide llamar a escondidas a la policía a fin de que lo detuviese.
Sólo queda, pues, una pregunta y la expectación es enorme. Tanto lo es que la Policía para evitar un escándalo mayúsculo opta por poner a Jamal en libertad a fin de que pudiese ir al concurso. Es aquí donde se hayo el único punto débil de la cinta. Dado que es la última pregunta, ¿como narices se demanda por el nombre del "Cuarto Mosquetero"?. ¿No hubíese sido más creíble preguntar, por ejemplo, acerca del número subatómico del Xenon?. Yo, la verdad, alucino en colores ante una pregunta tan fácil. La única razón que encuentro es que en la infancia el libro de Dumas (de lectura obligatoria para todos los niños) había sido el de cabecera de un Jamal infantil.
Pese a este desliz, opino que la película es medecedora de los Oscar tanto al mejor film del año como el de la dirección. Películas como ésta nos reconcilian con el buen cine aparte de servir de puente de enlace y colaboración entre dos mecas del cines anteriormente antagónicas: Hollywood y Bollywood.

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