
* * * * * EXCELENTE
En estos tiempos en los que tanta y tanta telebazofia (en forma sobre todo de realities), es de agradecer que miniseries como las que nos ocupa aparezcan de vez en cuando aportando un poco de aire fresco en el podrido ambiente televisivo de hoy en día. Son algo así como un oasis dentro de un desierto de basura televisiva.
La serie, dividida en dos capítulos de igual duración, está producida por Alea, vocablo latino que, traducido al castellano, significa, como todos deberiamos saber, suerte. El buen gusto de los creadores de la serie llega, pues, hasta el nombre de la productora. Podría haberse ésta llamado Mierda ( que es como en el argot teatral se desean los actores suerte), pero como podrían haber niños delante, la productora- imagino- mantuvo el nombre original. Hecha esta pequeña broma, digamos que todo en ella está cuidado hasta el más pequeño detalle. Cuando tal cosa sucede no es de extrañar que todo ello redunde en beneficio de la calidad de la serir. Veámoslo.
El guión es excelente por lo firedigno que se mantiene a la Historia. Sólo cabe poner un "pero" a la labor de los guionistas: el estar un poco "ficcionado" en lo que respecta al desarrollo de la acción. Tal pecado no pasa de ser venial si tenemos en cuenta que dicho defecto es común a casi todas las series españolas.
Por lo que hace al vestuario, fotografía y demás hay que reconocer que son magníficos. Se nota el gran trabajo del director de "arte" de la serie. Los trajes de los generales y de los guardias civiles parecen de la época y hasta el palacio donde se desarrolla gran parte de la trama parece el mismísimo palacio de la Zarzuela cuando realmente es un palacio catalán. Todo contribuye, en suma, a dotar de credibilidad a la historia.
Con todo, lo mejor de la serie no es eso sino la labor notable de los actores. Todos, menos uno, se parecían a sus originales. El único que no lo hacía era, precisamente, el rey. He de reconocer que Lluis Homar se parece al nuestro rey como un huevo a una castaña. Lluis, además, no hizo nada por disimular su acento catalán. De éstos merecen destacarse los casos de Emilio Gutiérrez Caba, en el papel de Sabino, y de Pepe Sancho, en el de Milans del Bosh, como aquellos en que su actuación roza la excelencia. Esto no es de extrañar dada la categoría de los mencionados actores.
Estamos, en fin, delante de una serie cuya calidad es incuestionable. Súmenle un éxito histórico de audiencia en cifras absolutas: ambas entregas superaron los seis millones de telespectodores batiendo ampliamente a su rival de Antena 3 cuya serie he de reconocer que no he visto. Agítenlo. Tendremos como resultado una miniserie que si merece pasar a la historia por algo es por haber sido una de las mejores series que actualmente se han hecho.
La serie, dividida en dos capítulos de igual duración, está producida por Alea, vocablo latino que, traducido al castellano, significa, como todos deberiamos saber, suerte. El buen gusto de los creadores de la serie llega, pues, hasta el nombre de la productora. Podría haberse ésta llamado Mierda ( que es como en el argot teatral se desean los actores suerte), pero como podrían haber niños delante, la productora- imagino- mantuvo el nombre original. Hecha esta pequeña broma, digamos que todo en ella está cuidado hasta el más pequeño detalle. Cuando tal cosa sucede no es de extrañar que todo ello redunde en beneficio de la calidad de la serir. Veámoslo.
El guión es excelente por lo firedigno que se mantiene a la Historia. Sólo cabe poner un "pero" a la labor de los guionistas: el estar un poco "ficcionado" en lo que respecta al desarrollo de la acción. Tal pecado no pasa de ser venial si tenemos en cuenta que dicho defecto es común a casi todas las series españolas.
Por lo que hace al vestuario, fotografía y demás hay que reconocer que son magníficos. Se nota el gran trabajo del director de "arte" de la serie. Los trajes de los generales y de los guardias civiles parecen de la época y hasta el palacio donde se desarrolla gran parte de la trama parece el mismísimo palacio de la Zarzuela cuando realmente es un palacio catalán. Todo contribuye, en suma, a dotar de credibilidad a la historia.
Con todo, lo mejor de la serie no es eso sino la labor notable de los actores. Todos, menos uno, se parecían a sus originales. El único que no lo hacía era, precisamente, el rey. He de reconocer que Lluis Homar se parece al nuestro rey como un huevo a una castaña. Lluis, además, no hizo nada por disimular su acento catalán. De éstos merecen destacarse los casos de Emilio Gutiérrez Caba, en el papel de Sabino, y de Pepe Sancho, en el de Milans del Bosh, como aquellos en que su actuación roza la excelencia. Esto no es de extrañar dada la categoría de los mencionados actores.
Estamos, en fin, delante de una serie cuya calidad es incuestionable. Súmenle un éxito histórico de audiencia en cifras absolutas: ambas entregas superaron los seis millones de telespectodores batiendo ampliamente a su rival de Antena 3 cuya serie he de reconocer que no he visto. Agítenlo. Tendremos como resultado una miniserie que si merece pasar a la historia por algo es por haber sido una de las mejores series que actualmente se han hecho.


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